martes, 22 de junio de 2010

LAS HERRAMIENTAS BÁSICAS DEL EJECUTANTE DE JAZZ SEGÚN JERRY COKER


Jerry Coker nació el 28 de noviembre de 1932 en South Bend, Indiana. Saxofonista tenor además de un muy respetado docente y autor. Interrumpió sus estudios en la universidad para unirse a la big band de Woody Herman a finales de 1953, estuvo de gira con ésta banda hasta el verano de 1954. Hizo algunas grabaciones en París y San Francisco como líder, y como acompañante con Mel Lewis, llegando al final de la década. Luego se convirtió en músico de sesión en la costa oeste. Tocó un corto tiempo junto a Stan Kenton, luego en los 60 comenzó un proyecto con bandas universitarias lo que le permitió obtener varios puestos en el campo de la docencia. Ha escrito muchos libros sobre la enseñanza de jazz y en algún momento de los 80 fue profesor en la Universidad de Tennessee en Knoxville.

Cinco factores son los responsables del resultado de la improvisación del ejecutante de jazz:
1-La intuición.
2-El intelecto.
3- La emoción.
4- El sentido de las alturas.
5-El hábito.
Su intuición es la clave principal del grueso de su originalidad; su emoción determina el carácter; su intelecto le ayuda a planear los problemas técnicos y, conjuntamente con la intuición, a desarrollar la forma melódica; su sentido de las alturas transforma las alturas oídas o imaginadas en notas con nombre y digitaciones; su hábito de ejecución permite a sus dedos encontrar rápidamente determinados esquemas de alturas establecidos. Cuatro de estos elementos de su pensamiento, la intuición, la emoción, el sentido de las alturas y el hábito, son en gran medida subconscientes. En consecuencia, todo control sobre su improvisación necesariamente se origina en el intelecto. Aún cuando el intelecto posee una capacidad limitada para controlar la intuición y la emoción, puede ser el responsable del entrenamiento del oído y de establecer una variedad de esquemas de digitación que ayuden, además de su función de resolver los problemas técnicos.
Sería difícil asignar valores proporcionales a estos cinco factores. Algunos improvisadores se basan más en algunos de ellos; otros por su parte se apoyan más en otros. Unos pocos intérpretes talentosos logran ejecutar en forma adecuada basándose totalmente en los elementos subconscientes. Todos con la posible excepción del genio poco común, necesitan un estudio especial, en virtud de los problemas que presentan los hábitos profundamente arraigados, los rigores desacostumbrados de estar a la altura de cualquier potencial, y, en algunos casos, una incapacidad para admitir o evaluar las propias deficiencias.
Dado que el intelecto es el único factor completamente controlable, se debe encarar el problema de aprender a tocar jazz casi únicamente por medio de ese factor, y se debe confiar en que los otros cuatro se desarrollen al ritmo impuesto por el intelecto. Si en las primeras lecciones el enfoque parece frio y calculado, se debe tener en cuenta que la mayor parte de los logros artísticos exigen una preparación académica. Esta preparación es la base sobre la cual se puede construir, y fortalecerá su capacidad para disfrutar plenamente de su propia obra y de la de los demás.
El improvisador debe conocer el marco general alrededor del cual realiza su improvisación. En la mayoría de los casos se trata de una forma canciob de doce o treinta y dos compases de extensión, repetida tantas veces como sea necesario para que cada uno de los improvisadores de un conjunto de jazz pueda permitirse un máximo de libertad temporal. El ejecutante debe conocer los siguientes elementos de ese material:
1- La longitud de la melodía.
2- Su construcción armónica y temática y la longitud de cada una de esas secciones.
3- La tonalidad de la pieza y cualquier modulación pasajera a otras tonalidades.
4- Cada uno de los acordes que se dan en sucesión y la manera en que se relacionan entre si.
5- Las escalas que se adecuan a los diversos acordes y secciones de la pieza.
6- La modalidad emocional o el carácter del a pieza.



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