miércoles, 8 de abril de 2009

MASTER CLASS POR XAVIER FIGUEROLA


Nació en Barcelona en 1962. Tomó contacto con la música a los ocho años en la banda de la escuela Pare Manyanet. Inicia los estudios de clarinete a los once años en el Conservatorio Municipal de Barcelona. A los diecisiete años se interesa por el saxo y empieza a estudiarlo de manera autodidacta. En 1983 entra en la Escuela Taller de Músics como profesor de saxo y clarinete. Es profesor de la Esmuc (Escola Superior de música de Catalunya) desde el 2001.

EL MIEDO, LA MENTE EL EGO

Es sorprendente como podemos llegar a odiar la música. Esa manera de expresarnos que tan buenos momentos nos hace pasar y que, sin embargo, tanto nos hace sufrir. Debo pedirles disculpas, de antemano por mi insistencia en el tema, o los temas, que rodean ese mundo fascinante que es la música.
Todos, o casi todos los que nos dedicamos profesionalmente a la música, hemos sentido en algún momento, que aquello a que nos dedicamos por auténtica vocación, de repente,
Se convierte en una pesadilla. A pesar de que normalmente, la música es recibida como un regalo de los dioses, muchos de nosotros, nos enfrentamos a ella con dolor y con miedo.
Evidentemente, ese miedo no es racional. Muchos de nosotros nos enfrentamos al hecho de tocar, como si nos estuvieran apuntando con una pistola en la cabeza y, normalmente, es así; ¡porque somos nosotros mismos quienes estamos blandiendo el arma contra nuestra sien!
El principal problema con el que nos enfrentamos es nuestro propio ego, ¡ del que somos esclavos! Es como si nos obligaran a saltar desde un acantilado. Si tú, en un momento dado, sin avisar, le dices a un músico clásico que improvise, lo estarás lanzando por un acantilado. ¿Por qué esta sensación? Básicamente, establecemos una estrecha relación entre cómo somos y nuestra manera de tocar. Tenemos miedo de tocar mal y eso nos lleva a tocar, estudiar y escuchar de una manera nada productiva.
Siempre estamos comparándonos con aquel saxofonista, con aquel compositor… y ellos lo hacen siempre mejor que nosotros. ¿Les suena eso? Pues bien , como ya podrán suponer, todo es como una especie de espejismo que nuestro ego nos ayuda a construir. ¿Cuándo alguno de nosotros no ha tenido la sensación de que todo va sobre ruedas, sin ningún esfuerzo adicional? Conseguir conectar con uno mismo y aceptar nuestras virtudes y nuestras debilidades es un buen principio para empezar a desarrollar y disfrutar de todo aquello que tenemos en nuestro interior y que queremos expresar mediante la música.

EJERCICIOS PARA CONSEGUIR LIBERARNOS DE NOSOTROS MISMOS A TRAVÉS DE LA MÚSICA:

Siempre tengo presente una Master Class que hizo Dick Oats, saxo alto líder de la big band que, en su momento, estuvo dirigida por Thad Jones y que toca regularmente en el Village Vanguard de Nueva York. La manera de empezar su sesión de estudio y calentamiento era sencillamente fascinante. Quitaba el capuchón de la boquilla y empezaba a tocar; sólo existía una pulsación, un tempo y, a partir de esa pulsación desarrollaba ideas musicales sin ningún centro tonal, sin ninguna referencia armónica, ¡simplemente tocaba lo que él cantaba interiormente!
Considero que este ejercicio es fantástico; es más, yo lo utilizo como inicio en mis sesiones de estudio. Liberarse de uno mismo es esencial a la hora de enriquecer nuestro lenguaje, nuestras capacidades rítmicas y armónicas.

MIEDO CUANDO VAMOS A TOCAR:

Sentirnos libres. Ésa es la meta que, en el fondo, estamos buscando cuando subimos al escenario. Pero una voz interior nos dice que eso que estamos tocando no es suficientemente bueno, no es suficientemente sofisticado ni tiene tensión suficiente. Ahí empieza nuestro tormento; ya no estamos enfocando nuestra energía en la música, dispersamos la concentración y creemos que necesitamos dar mucho más de nosotros mismos, por que es lo que el público, o quien sea, necesita. ¡ERROR!

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